jueves, 18 de junio de 2009

Y el asesino es...


Hoy he soñado una novela policíaca.
Había chicos guapos y misteriosos, persecuciones en coche, un rapto de unas pobres cabras y una conspiración en un lejano despacho.

Como en casi todas las novelas del género, al principio todo parece muy simple: los chicos buenos son requetebuenos y los malos del despacho, requetemalos; pero pronto se descubre que nada es lo que parece.

Todo empieza cuando los buenos consiguen un trabajo honrado en la empresa en la que yo trabajo, que ofrece viajes de larga distancia en coche, mientras los malos se dedican a robar cabras, como tiene que ser. Al principio todo es dicha y buen humor, pero un buen día, al preguntarles sobre su pasado, responden con evasivas, bosquejando un oscuro secreto que nadie quiere confesar. De pronto, se descubre que los misteriosos hombres del despacho están de hecho investigando este oscuro secreto y siguiendo a los chicos guapos. Se habla de una familia rica, inmensamente rica, de la fuga de uno de los hijos, de la mala vida y de todas esas cosas que sólo un policía puede averiguar.
¿Serán los buenos dos malvados prófugos o tan sólo las víctimas de los detectives - raptores de cabras? De hecho, ¿por qué secuestran cabras los hombres del despacho, y qué tienen que ver con el oscuro secreto de los chicos guapos? ¿Quiénes son los buenos y los malos realmente?

Pues todo ello quedará para próximas entregas porque, por culpa de un mosquito acosador, en ese momento me desperté. Se aceptan pistas y teorías que ayuden a resolver el misterio.
A veces mi subconsciente me preocupa, aunque hay que admitir que tiene estilo.

jueves, 11 de junio de 2009

Adivinanza

¿Qué hacer cuando tienes tres días para preparar el parcial más importante de todo el año de derecho francés de las obligaciones (sí, es tan ligerito como pinta) y entregar para el curro una traducción de 9500 palabras especialmente coñazo y urgente?
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Solución: llorar amargamente (y comprar café en packs de 5).

sábado, 6 de junio de 2009

10 a.m.

Debería haber una ley que prohíba levantarse antes de las 10 de la mañana en fin de semana.

Pongámonos en antecedentes: vivo en una residencia estudiante pública, garantía de aparatos y muebles que no funcionan, puertas que chirrían y, en general, desperfectos por doquier. Y la cosa es que una se acostumbra; ¿qué más da si para abrir el armario hay que sacar la puerta de los goznes? ¿Qué importa si la nevera congela todo aún en la temperatura más alta?

Pero esta semana, oh cielos, el váter ha comenzado a canalizar el agua de ducha de nuestros vecinos de arriba, vaya usted a saber por qué. Así que ahora, cada vez que uno de ellos decide usarla (y encima tenemos vecinos limpios), el váter realiza un ruido similar al de tirar de la cadena, pero durante al menos media hora.

Resultado: cuando mis vecinos se levantan y se dan una ducha, véase sobre las 9 de la mañana incluso un sábado como hoy, disfruto de un despertador brutal e imposible de apagar. Y, no contentos con ducharse, se han dado al bricolage desde recién levantados, con lo cual una lleva desde entonces trabajando a ritmo de taladradora y martillo.

Y yo lo único que puedo pensar es que menos mal que no soy yo la que posee el martillo ahora mismo, porque por lo visto el asesinato sigue siendo ilegal, incluso antes de las 10 de la mañana.